En estos días he estado curioseando por ahí... se siente soy gata y los felinos somos así, curiosos por naturaleza (algunos emplean el término cotillas, pero es pura envidia ;) ) y he encontrado de todo.
El caso es que me he topado con blogs muy distintos, unos trascendentales, algunos me han hecho reír, otros enfadar (aquellos de contenido político principalmente), otros ni fu ni fa... de otros he aprendido cosas que no debo hacer, otras que debería. Algunos me han planteado preguntas, o quizá han hecho que me las plantee...
Por ejemplo, uno de ellos es reiterativo en su idea de lo absurdo que encuentra escribir un blog... entonces no entiendo por qué lo hace. Alude a la vanidad que tenemos (sí, sí, tú y yo, en plural, que no te escapas!!!) los que escribimos y los que leemos, pero el autor también cae en la trampa. Supongo que cada uno debería de saber el motivo de por qué hace ciertas cosas... hablar por si mismo, pero no por los demás. Creo que pueden existir tantas razones como blogs creados, incluso más de una.
¿Por qué cree yo el blog? ¿Qué persigo?
¿Por vanidad? Un poco, el hombre es vanidoso desde que el mundo es mundo, sino que se lo pregunten a Narciso.
¿Por necesidad? La necesidad de escribir... también existe, a veces te arrastra una especie de incontinencia verbal, o de hiperactividad del cerebro, que provoca que opines, pienses, preguntes y respondas sobre los temas más peregrinos.
¿Terapia particular? Me recuerda a un cuenta cuentos al que asistí, según la cuentera, esa era su terapia. En parte quien va dejando notas en mitad de la Gran Vía -eso es lo que la red de redes es- para que cualquiera que pase lo lea, lo que bien podría necesitar es una camisa de fuerza.
Sea por la razón que sea, quizá porque (parafraseando a Sabina) me sobren las razones, o probablemente, debido a un cóctel molotov de todas ellas, aquí sigo... por ahora.
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